miércoles, 24 de septiembre de 2014

La enredadera

Mientras comía y miraba televisión, decidí postergar mi hambre para cuando no sea un estorbo.
 Aquel documental había plasmado en mi cabeza la idea de que la mente posee una fuerza muy poderosa. Hasta más poderosa que la del cuerpo mismo. Uno, con esta fuerza, puede hacer cosas como teletransportarse o bien mover objetos. Solo basta con concentrarse. Entonces, fue con este último que decidí comenzar. Con una tetera exactamente, pero me distraje con el floreado que delicadamente recorría la tapa de la misma. Poco a poco, mis pensamientos comenzaron a enredarse entre flores hasta terminar estrangulados.
 La enredadera comenzó a acariciar mi pierna y a subir lentamente en espiral. Recorrió mis manos y cada una de sus extremidades.
 Era maravilloso. ¿Realmente estaba pasando? Tal era mi concentración que por más que intentaba no lograba hacer desaparecer aquellas ramificaciones. Hojas y flores brotaban de mi garganta hasta provocarme arcadas.
 Intente moverme pero la enredadera oprimía mi pecho, haciendo que mi respiración sea cada vez más entrecortada. Debía borrar aquellos brotes de mi mente o me matarían.
 Entonces, hice fuerza y más fuerza para poder dormirme, así, la enredadera no podría seguir lastimándome.
 Al cerrar mis ojos, cada una de las flores y hojas que me invadían comenzaron a convertirse en manchones negros hasta que finalmente me quede dormido.
Cuando desperté, desplomado en el piso, la tetera estaba allí, inmóvil, inanimada sobre la mesa.






                                                                                                                                      Laurens

No hay comentarios:

Publicar un comentario