sábado, 18 de octubre de 2014

Semana Filológica: Jorge Luis Borges

Queridos lectores, ¡saludos desde el planeta tierra! Como dijimos anteriormente, en ésta semana le dedicaremos todo nuestro esfuerzo a Jorge Luis Borges.
 Hoy queremos recordar el increíble cuento "La casa de Asterión" 

Tal vez todos lo conozcamos y comprendimos en su totalidad, pero quizá hay quienes que les habrá inquietado el final... ¿Quién es Teseo? ¿Quién es Ariadna?  La respuesta está en que el cuento está basado en un mito griego, el del Minotauro.
 Con su ingenio, Borges quiso decir algo más... ¿Qué había detrás del minotaurio? o mejor dicho, ¿Qué hay detrás de cada "monstruo"?
 Para pensar...

 Finalizamos entonces con el mito de Teseo y el Minotauro, ¡Buena lectura!

El monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre.Era hijo de Pasifae que era la reina de Creta de un toro que el dios Poseidón había enviado al marido de Pasifae, el rey Minos Cuando Minos se negó a sacrificar el animal, Poseidón hizo que Pasifae se enamorara de él y engendrara un ser medio hombre, medio bestia el Minotauro.

Minos ordenó al arquitecto Dédalo que construyera un laberinto tan difícil que fuera imposible salir de él sin ayuda. Allí

martes, 14 de octubre de 2014

Y nos volvemos a ver, esta vez con un nuevo autor. Hoy se suma a nuestro ABCrario el gran Jorge Luis Borges, escritor argentino que es reconocido por todos y adorado por muchos. Nacido el 24 de agosto de 1899, Borges fue "no de los escritores más destacados de la literatura del siglo XX."
"Su obra, fundamental en la literatura y en el pensamiento universal, y que ha sido objeto de minuciosos análisis y de múltiples interpretaciones, trasciende cualquier clasificación y excluye todo tipo de dogmatismo."
Aprovechamos esta oportunidad para rendirle homenaje con una nueva Semana Filológica, porque un talento como el suyo merece ser recordado y venerado todos los días. Así que pónganse cómodos, café en mano, y disfruten de esta obra de arte: El sur, esperamos que les guste, y ¡muchas gracias por leer!
                El sur
El hombre que desembarcó en Buenos Aires en 1871 se llamaba Johannes Dahlmann y era pastor de la Iglesia evangélica; en 1939, uno de sus nietos, Juan Dahlmann, era secretario de una biblioteca municipal en la calle Córdoba y se sentía hondamente argentino. Su abuelo materno había sido aquel Francisco Flores, del 2 de infantería de línea, que murió en la frontera de Buenos Aires, lanceado por indios de Catriel: en la discordia de sus dos linajes, Juan Dahlmann (tal vez a impulso de la sangre germánica) eligió el de ese antepasado romántico, o de muerte romántica. Un estuche con el daguerrotipo de un hombre inexpresivo y barbado, una vieja espada, la dicha y el coraje de ciertas músicas, el hábito de estrofas del Martín Fierro, los años, el desgano y la soledad, fomentaron ese criollismo algo voluntario, pero nunca ostentoso. A costa de algunas privaciones, Dahlmann había logrado salvar el casco de una estancia en el Sur, que fue de los Flores: una de las costumbres de su memoria era la imagen de los eucaliptos balsámicos y de la larga casa rosada que alguna vez fue carmesí. Las tareas y acaso la indolencia lo retenían en la ciudad. Verano tras verano se contentaba con la idea abstracta de posesión y con la certidumbre de que su casa estaba esperándolo, en un sitio preciso de la llanura. En los últimos días de febrero de 1939, algo le aconteció. 
Ciego a las culpas, el destino puede ser despiadado con las mínimas distracciones. Dahlmann había conseguido, esa tarde, un ejemplar descabalado de Las Mil y Una Noches de Weil; ávido de examinar ese hallazgo, no esperó que bajara el ascensor y subió con apuro las escaleras; algo en la oscuridad le rozó la frente, ¿un murciélago, un pájaro? En la cara de la mujer que le abrió la puerta vio grabado el horror, y la mano que se pasó por la frente salió roja de sangre. La arista de un batiente recién pintado que alguien se olvidó de cerrar le habría hecho esa herida. Dahlmann logró dormir, pero a la madrugada estaba despierto y desde aquella hora el sabor de todas las cosas fue atroz. La fiebre lo gastó y las ilustraciones de Las Mil y Una Noches sirvieron para decorar pasadillas. Amigos y parientes lo visitaban y con exagerada sonrisa le repetían que lo hallaban muy bien. Dahlmann los oía con una especie de débil estupor y le maravillaba que no supieran que estaba en el infierno. Ocho días pasaron, como ocho siglos. Una tarde, el médico habitual se presentó con un médico nuevo y lo condujeron a un sanatorio de la calle Ecuador, porque era indispensable sacarle una radiografía. Dahlmann, en el coche de plaza que los llevó, pensó que en una habitación que no fuera la suya podría, al fin, dormir. Se sintió feliz y conversador; en cuanto llegó, lo desvistieron; le raparon la cabeza, lo sujetaron con metales a una camilla, lo iluminaron hasta la ceguera y el vértigo, lo auscultaron y un hombre enmascarado le clavó una aguja en el brazo. Se despertó con náuseas, vendado, en una celda que tenía algo de pozo y, en los días y noches que siguieron a la operación pudo entender que apenas había estado, hasta entonces, en un arrabal del infierno. El hielo no dejaba en su boca el menor rastro de frescura. En esos días, Dahlmann minuciosamente se odió; odió su identidad, sus necesidades corporales, su humillación, la barba que le erizaba

lunes, 13 de octubre de 2014

¡Buenas tardes, seres humanos! Aquí vamos otra vez. Volvemos después de una semana de ausencia (muy lindo,¿eh?) y con todo. Les traemos un nuevo proyecto que prometemos que les va a encantar: el ABCrario. Cada día, de ahora en más, vamos a subir un cuento, poema u obra de teatro de diferentes autores, en orden alfabético. 
Sin más, vamos a presentarles a nuestro primer autor, el señor Vicente Aleixandre, poeta español nacido en el año 1898, con su poema "Como la mar, los besos". Esperamos que lo disfruten.

Como la mar, los besos

No importan los emblemas
ni las vanas palabras que son un soplo sólo.
Importa el eco de lo que oí y escucho.
Tu voz, que muerta vive, como yo que al pasar
aquí aún te hablo.


Eras más consistente,
más duradera, no porque te besase,
ni porque en ti asiera firme a la existencia.
Sino porque como la mar
después que arena invade temerosa se ahonda.
En verdes o en espumas la mar, se aleja.
Como ella fue y volvió tú nunca vuelves.

Quizá porque, rodada
sobre playa sin fin, no pude hallarte.
La huella de tu espuma,
cuando el agua se va, queda en los bordes.

Sólo bordes encuentro. Sólo el filo de voz que
en mí quedara.
Como un alga tus besos.
Mágicos en la luz, pues muertos tornan.

Si se quedaron con ganas de leer más textos de este fantástico escritor, los invitamos a entrar aquí para que sigan deleitándose. Nos despedimos hasta mañana y no lo olviden, leer da sueños.
                                                    v.a.l y Laurens


sábado, 4 de octubre de 2014

Semanas Filológicas: Julio Cortázar "Autopista del sur"

Feliz sábado, amigos lectores!
 Para seguir con esta semana Filológica dedicada al increíble Julio Cortázar, le dejamos un video que nos pareció muy interesante e ingenioso... una publicidad de autos basada en el cuento "Autopista del sur" de nuestro homenajeado.




Por supuesto, no nos despediríamos sin antes dejar el elemento esencial que hace de la publicidad algo tan genial... Amigos lectores, aquí para que disfruten ,"Autopista del sur":

Al principio la muchacha del Dauphine había insistido en llevar la cuenta del tiempo, aunque al ingeniero del Peugeot 404 le daba ya lo mismo. Cualquiera podía mirar su reloj pero era como si ese tiempo atado a la muñeca derecha o el bip bip de la

lunes, 29 de septiembre de 2014

Semanas filológicas: Julio Cortázar

 Buenos días, amantes de la lectura. Para inaugurar este proyecto les presentamos las Semanas Filológicas, en las que vamos a rendirle homenaje a los grandes escritores de la historia, que con su maravillosa literatura salvan el domingo a más de uno de nosotros. 
 Esta semana, el autor elegido es Julio Cortázar , que nacido el 26 de agosto de 1914, es considerado "uno de los autores más innovadores y originales de su tiempo, maestro del relato corto, la prosa poética y la narración breve en general, y creador de importantes novelas que inauguraron una nueva forma de hacer literatura en el mundo hispano."

 Para los que quieren conocer su literatura y para aquellos que, ya conociéndola, no se cansan de disfrutarla, les dejamos el cuento Casa Tomada, leìdo con su propia voz.


                                                     v.a.l y Laurens
Fuentes: http://www.youtube.com/watch?v=tWP5oaNtJzU
http://es.wikipedia.org/wiki/Julio_Cort%C3%A1zar

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Cansado

Se levantó.
Se puso sus pantalones azules y su camisa blanca, abrochada hasta el cuello.
Desayunó, café con leche y un par de tostadas con manteca.
Ya en el baño, se miró al espejo. Más ojeras que hombre. Estoy cansado, pensaba. Se cepilló los dientes. Se peinó, se perfumó. Usaba ese perfume horrible que su esposa le había regalado para su cumpleaños. Horrible.
Salió.
Pasó en frente de la casa de su vecino, y su perro, como siempre ladró. Él se sobresaltó. Como si no me conociera el maldito.
Saludó a la señora Perez que todas las mañanas baldeaba la vereda y regaba las plantas. Se detuvo unos segundos, hablaron del clima y de su nieta María. Como siempre.
Estoy cansado.
Se despidió con una falsa sonrisa y un "que tenga un buen día", a lo que la señora Perez contestó "Igualmente. Que Dios te bendiga."
Dios. Que Dios me bendiga, claro.
Maldijo a esa vieja una vez más. Dios nunca estaba con él, él no creía en Dios.
Caminó hasta la parada de colectivo. Estoy cansado. Otra vez demoras. Otra vez tenía que esperarlo rodeado de gente que ni si quiera conocía. Ancianas con bolsas de compras llenas de cosas que posiblemente no les servirían para nada.Estoy cansado de estas viejas falsas. Madres con niños que no hacían más que mirarlo con extrañeza y mostrarles la lengua. Estoy cansado de sus jueguitos. Y su corbata, esa maldita corbata que le ahogaba los sueños.
Llegó el colectivo, y como todo buen hombre dejó pasar a todos antes. "Gracias" "Que caballero" Y algunos ni siquiera lo miraban como para agradecerle el gesto. Él sonreía. Su saliva sabía a sangre. Que cansancio.
Ya estaba adentro. Estoy cansado de ésto. Cansado de lo mismo siempre. Odio mi vida, odio mi vida, odio... pensaba, mientras caminaba hasta el fondo para sentarse en el último asiento, solo, como todos los días.


                                                                                                                                                             v.a.l.

La enredadera

Mientras comía y miraba televisión, decidí postergar mi hambre para cuando no sea un estorbo.
 Aquel documental había plasmado en mi cabeza la idea de que la mente posee una fuerza muy poderosa. Hasta más poderosa que la del cuerpo mismo. Uno, con esta fuerza, puede hacer cosas como teletransportarse o bien mover objetos. Solo basta con concentrarse. Entonces, fue con este último que decidí comenzar. Con una tetera exactamente, pero me distraje con el floreado que delicadamente recorría la tapa de la misma. Poco a poco, mis pensamientos comenzaron a enredarse entre flores hasta terminar estrangulados.
 La enredadera comenzó a acariciar mi pierna y a subir lentamente en espiral. Recorrió mis manos y cada una de sus extremidades.
 Era maravilloso. ¿Realmente estaba pasando? Tal era mi concentración que por más que intentaba no lograba hacer desaparecer aquellas ramificaciones. Hojas y flores brotaban de mi garganta hasta provocarme arcadas.
 Intente moverme pero la enredadera oprimía mi pecho, haciendo que mi respiración sea cada vez más entrecortada. Debía borrar aquellos brotes de mi mente o me matarían.
 Entonces, hice fuerza y más fuerza para poder dormirme, así, la enredadera no podría seguir lastimándome.
 Al cerrar mis ojos, cada una de las flores y hojas que me invadían comenzaron a convertirse en manchones negros hasta que finalmente me quede dormido.
Cuando desperté, desplomado en el piso, la tetera estaba allí, inmóvil, inanimada sobre la mesa.






                                                                                                                                      Laurens